La química
es el estudio de la
materia y los cambios que ocurren en ella.
Es frecuente que se le considere como la ciencia central, ya que los
conocimientos básicos de química son indispensables para los
estudiantes de biología, física, geología, ecología y muchas
otras disciplinas. De hecho, la química es parte central de nuestro
estilo de vida; a falta de ella nuestra vida sería más breve en lo
que llamaríamos condiciones primitivas, sin automóviles,
electricidad, computadoras, discos compactos, ni muchas otras
comodidades modernas.
Aunque
la química es una ciencia antigua, sus fundamentos modernos se
remontan al siglo XIX, cuando los adelantos intelectuales y
tecnológicos permitieron que los científicos separaran sustancias
en sus componentes y, por lo tanto, explicaran muchas de sus
características físicas y químicas. El desarrollo acelerado de
tecnología cada vez más refinada durante el siglo XX nos ha
brindado medios cada vez mayores para estudiar lo que es inapreciable
a simple vista. El uso de las computadoras y microscopios especiales,
por citar un ejemplo, permite que los químicos analicen la
estructura de los átomos y las moléculas -las unidades
fundamentales en las que se basa el estudio de la química- y diseñan
nuevas sustancias con propiedades específicas, como fármacos y
productos de consumo no contaminantes.
En
este principio del siglo XXI conviene preguntarse qué función
tendrá la ciencia central en esta centuria. Es casi indudable que la
química mantendrá una función fundamental en todas las áreas de
la ciencia y la tecnología. Antes de profundizar en el estudio de la
materia y su transformación, consideremos algunas fronteras que los
químicos exploran actualmente. Sin importar las razones por las que
el estudiante tome un curso de introducción a la química, el
conocimiento adecuado de esta disciplina le permitirá apreciar sus
efectos en la sociedad y en su propia persona.
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