Tales de Mileto
La mezcla del
filósofo y del científico práctico se ve muy claramente en el caso
de Tales de Mileto. Dícese que Tales predijo el eclipse de sol que,
según Heródoto, se produjo al final de la guerra entre los lidios y
los medos. Calculan los astrónomos que un eclipse que fue
probablemente visible en Asia Menor ocurrió el 28 de mayo de 585
a.C. Por tanto, si la tradición acerca de Tales es verdadera, y si
el eclipse que él predijo fue el del año 585, debió de florecer
nuestro sabio durante la primera parte del siglo VI a.C. Se dice que
murió poco antes de la caída de Sardes, en 546-545 a.C. Entre otras
actividades científicas que se le atribuyen a Tales figura la
elaboración de un almanaque y la introducción de la práctica
fenicia de orientarse por la Osa Menor en las navegaciones. Las
anécdotas que a propósito de él se refieren y que pueden leerse en
la vida de Tales escrita por Diógenes Laercio, por ejemplo, lo de
que cayó a un pozo mientras estaba contemplando las estrellas, o lo
de que, en previsión de una cosecha de olivas, almacenó gran
cantidad de aceite, tal vez no pasaran de ser historias del tipo de
las que tan fácilmente se originan en torno a los sabios famosos.
En su Metafísica
afirma Aristóteles que, según Tales, la tierra está sobre agua
(por lo que parece, se la imaginó a la manera de un delgado disco
flotante). Pero el punto de mayor importancia es que Tales declaró
que el elemento primario de todas las cosas es el agua; o sea que, de
hecho, planteó la cuestión del Uno en todo. Supone Aristóteles que
la observación pudo haberle llevado a Tales a esta
conclusión:”llegado a dicho concepto quizás al ver que todas las
cosas se nutren de lo húmedo, y que el calor mismo se genera a
partir de la humedad y por ella se conserva (y que aquello a partir
de lo cual vienen las cosas al ser es principio de todas ellas). De
este hecho sacó su noción, así como del hecho de que las simientes
de todas las cosas tienen una naturaleza húmeda, y el agua es el
origen de la naturaleza de
las cosas húmedas”. Aristóteles sugiere también, aunque a decir
verdad, sin mostrarse muy seguro de ello, que Tales fue influido por
las teologías más antiguas, en las que el agua -como la Estigia de
los poetas- era objeto de juramento entre los dioses. Sea como fuere,
está claro que el fenómeno de la evaporación sugiere que el agua
puede transformarse en niebla o en aire, mientras que el fenómeno de
la congelación puede sugerir que, si el proceso se continuara, el
agua llegaría a hacerse tierra. En todo caso, la importancia de este
pensador primitivo consiste en que él fue quien planteó la cuestión
acerca de cuál sea la naturaleza última, fundamental, del mundo, y
no en la respuesta que él diese de hecho a tal pregunta, ni en las
razones con que apoyara su respuesta, fueran las que fuesen.
Otra
afirmación atribuida a Tales por Aristóteles la de que todo está
lleno de dioses, o que el imán tiene un alma, por que mueve el
hierro, es imposible interpretarla con certeza. Decir que tal
afirmación equivale a afirmar la existencia de un alma del mundo, e
identificar luego esa alma del mundo con Diós o con el Demiurgo
platónico -como si este último hubiese formado todas las cosas a
partir del agua, es ir demasiado lejos en cuanto a libertad
interpretativa. El único punto cierto y realmente importante de la
doctrina de Tales es que él concebía “las cosas” como
cambiantes formas de un primario y último elemento. Que
designase el agua como
este elemento es la característica histórica que le distingue, por
así decirlo; pero lo que le granjea su rango de primer filósofo
griego es el hecho de haber sido él el primero en concebir la noción
de la Unidad en la Diversidad (aunque ciertamente, ciertamente, no
aislase la noción en el plano lógico), y el que aun aferrándose a
la idea de la unidad intentara explicar las evidentes diferencias que
se reciben en lo múltiple. La filosofía, naturalmente, trata de
entender la pluralidad que experimentamos, su existencia y su
naturaleza, el “entender” significa aquí, para el filósofo,
descubrir una unidad a primer principio subyacente. Lo complicado del
problema no puede advertirse mientras no se ha comprendido con
claridad la radical distinción entre la materia y el espíritu:
antes de haber penetrado en tal distinción (y aun después de
haberlo conseguido, si, una vez “comprendida”, se la niega), las
soluciones que se den al problema han de ser forzosamente simplistas:
se concebirá la realidad como una unidad material (al modo del
pensamiento de Tales) o como una Idea (al modo como la conciben
ciertas filosofías modernas). Soló se puede responder adecuadamente
a la complejidad del problema de lo Uno y lo Múltiple si se
entienden bien y se afirman sin ambajes los grados esenciales de lo
real y la doctrina de la analogía del ser; de lo contrario, la
riqueza de lo múltiple será sacrificada a una unidad falsa y
concebida más o menos arbitrariamente.
Cabe
en lo posible que la observación concerniente al imán concebido
como un ser vivo, atribuida por Aristóteles a Tales, represente la
persistencia de un animismo primitivo en el que la noción del
alma-fantasma (el espectro, la imagen o el “doble” de un hombre
que se percibe en los sueños) se hubiesen hecho extensiva a la vida
orgánica infrahumana y hasta a las fuerzas del mundo inorgánico;
pero, aunque así fuera, no pasaría de ser un vestigio, puesto que
en Tales vemos la transición desde el mito a la ciencia y a la
filosofía y por ello conserva su carácter tradicional de iniciador
de la filosofía griega.
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