domingo, 9 de noviembre de 2014

El camino a la teoría de la evolución


Es bien sabido que Darwin fue el fundador de la teoría moderna de la evolución. Aunque no fue el primero en proponer que los organismos evolucionan, o cambian, a lo largo del tiempo, sí fue el primero en acumular una cantidad importante de evidencias en apoyo de esto y en proponer un mecanismo válido por el cual podría ocurrir la evolución. Para comprender el significado y la importancia de la teoría de Darwin es útil echar un vistazo al clima intelectual en el cuál él la formuló.
La historia se remonta a muchos siglos atrás. Aristóteles (384-322 a.C), el primer gran naturalista, creía que todos los seres vivos podían ser ordenados en una jerarquía. Esta jerarquía se conoció como la Scala Naturae, o Escala de la Naturaleza, en la cual las criaturas más simples tenían una posición humilde en el peldaño más bajo, el hombre ocupaba el peldaño más alto, y todos los otros organismos ocupaban lugares adecuados entre estos extremos. Hasta finales del siglo XIX, muchos biólogos creyeron en esa jerarquía natural. Pero, mientras para Aristóteles los organismos vivos habían existido siempre, los biólogos posteriores (al menos los del mundo occidental) creían, de acuerdo con las enseñanzas del Antiguo Testamento, que todos los seres vivos eran producto de la creación divina. Es más, creían, que la mayoría había sido creada para el servicio o el placer de la humanidad.
La idea de que cada tipo de ser vivo surgió tal como es actualmente -que fue creado especial y específicamente- era una idea apremiante. ¿De qué otro modo podría uno explicar el sorprendente grado en el cual cada ser vivo estaba adaptado a su ambiente y a su papel en la naturaleza? No fue solamente la autoridad de la Iglesia, sino también, según parecía, la evidencia ante los propios ojos, la que confería tal fuerza al concepto de creación especial.
Entre aquellos que creían en la creación divina estaba Carl von Linné (1707-1778), el gran naturalista sueco que ideó el sistema actual de nomenclatura para las especies o grupos de organismos. En 1753, Linné publico Species Plantarum que describía en dos volumenes enciclopédicos cada especie de planta conocida en esa época. En el momento en que Linné estaba trabajando en este proyecto masivo, había exploradores que regresaban a Europa desde Áfica y el Nuevo Mundo con plantas no descritas previamente y con animales desconocidos, y aun, aparentemente, con nuevos tipos de seres humanos. Linné revisó edición tras edición para dar cabida a estos hallazgos, pero no cambió su opinión de que todas las especies existentes hasta ese momento habían sido creadas en el sexto día del trabajo de Diós y habían permanecido fijas desde entonces. Durante la época de Linné, sin embargo, se hizo claro que el patrón de la creación era mucho más complejo que el que había sido pensado originalmente.

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