domingo, 16 de noviembre de 2014

El número entero y el número fraccionario



Mucho antes de que los griegos (Eudoxio, Euclides, Apolonio, etc.) realizaran la sistematización de los conocimientos matemáticos, los babilonios (según muestran las tablillas cuneiformes que datan de 2000-1800 A.C.) y los egipcios (como se ve en el papiro de Rhind) conocían las fracciones.
La necesidad de medir magnitudes continuas tales como la longitud, el volumen, el peso, etc., llevó al hombre a introducir los números fraccionarios.
Cuando tomamos una unidad cualquiera, por ejemplo, la vara, para medir una magnitud continua (magnitud escalar o lineal), puede ocurrir una de dos cosas: que la unidad esté contenida un número entero de veces, o que no esté contenida un número entero de veces. En el primer caso, representamos el resultado de la medición con un número entero. En el segundo caso, tendremos que fraccionar la unidad elegida en dos, en tres, o en cuatro partes iguales; de este modo, hallaremos una fracción de la unidad que este contenida en la magnitud que tratamos de medir. El resultado de esta última medición lo expresamos con un par de números enteros, distintos de cero, llamamos respectivamente numerador y denominador. El denominador nos dará el numero de partes en que hemos dividido la unidad, y el numerador, el número de subunidades contenidas en la magnitud que acabamos de medir. Surgen de este modo los números fraccionarios. Son números fraccionarios 1/2, 1/3, 3/5, etc.
Podemos decir también, que son números fraccionarios los que nos permiten expresar el cociente de una división inexacta, olo que es lo mismo, una división en la cual el dividendo no es múltiplo del divisor.
Como se ve, en oposición a los números fraccionarios tenemos los números enteros, que podemos definir como aquellos, que expresan el cociente de una división exacta, como por ejemplo, 1,2,3, etc.
5/5=1, 8/4=2, 6/2=3.

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