La idea aristotélica
de que un objeto en movimiento debe estar impulsado por una fuerza
continua fue demolida por Galileo, quien dijo que en ausencia
de una fuerza, un objeto en
movimiento continuará moviéndose. La tendencia de las cosas a
resistir cambios en su movimiento fue lo que Galileo llamó inercia.
Newton refinó esta idea de Galileo, y formuló su primera ley, que
bien se llama ley de la
inercia.
En los Principia
de Newton (traducido del origen en latín):
Todo
objeto continúa en su estado de reposo o de movimiento uniforme en
línea recta, a menos que sea obligado a cambiar ese estado por
fuerzas que actúen sobre él.
La
palabra clave de esta ley es continúa:
un objeto continúa
haciendo lo que haga a menos que sobre él actúe una fuerza. Si está
en reposo continúa en
un estado de reposo. Esto se demuestra
muy bien cuando un mantel se retira con habilidad por debajo de una
vajilla colocada sobre una mesa y los platos quedan en su estado
inicial de reposo. La propiedad de los objetos de resistir cambios en
su movimiento se le llama
inercia.
Si
un objeto se mueve, continúa moviéndose sin girar ni cambiar su
rapidez. Esto se ve en las sondas espaciales que se mueven
continuamente en el espacio exterior. Se debe imponer cambios del
movimiento contra la tendencia de un objeto a retener su estado de
movimiento. En ausencia de fuerzas netas, un objeto en movimiento
tiende a moverse indefinidamente a lo largo de una línea recta.
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