En la actualidad,
se ha construido socialmente una idea que el profesor de Educación Física enseña deportes, o es un profesor improvisado
que desde varias visiones, solo se dice
que enseña juegos divertidos.
Ron
comenta (s/f, p.63), “nuestros
conocimientos, nuestros saberes, es puramente practico, somos vistos y
reconocidos “hacedores de prácticas. A partir de estas creencias, se nos
considera preparados para entretener, para divertir, para que los chicos gasten
sus energías”.
Esa
concepción social, se suma, al profesor que no está comprometido con su labor
docente.
Así,
es como se ha conformado la visión del campo de la Educación Física, y del
educador físico, en el terreno
educativo; una construcción social errónea o mal infundado, y que en muchos de los casos es provocada por el mismo
docente.
Desde
esta postura la Educación Física; no es juego recreativo, no somos
entretenedores, ni entrenadores deportivos, ni mucho menos privilegiados
por no hacer nada, y menos por que se cree que la disciplina carece de sentido pedagógico.
Todo
lo contrario la Educación Física, es una disciplina con sentido pedagógica y el profesor, supera por mucho la
concepción de un animador, un entrenador deportivo, y se centra como un formador para la vida.
Como
dice Blázquez (2001 p.33.), “intervenir
a través del cuerpo es también actuar sobre la personalidad global del
individuo, sobre su afectividad, inteligencia, sociabilidad, etc. En este
sentido, el profesor de Educación Física es un auténtico educador.
Es
por ello que, la Educación Física en la escuela, constituye una forma de
intervención Pedagógica que se extiende como práctica social y humanista, que
estimula las experiencias de los alumnos, sus acciones y conductas motrices
expresadas mediante formas intencionadas de movimiento; es decir, favorece las
experiencias motrices de los niños, sus gustos, motivaciones, aficiones y
necesidades de movimiento, todo ello se estimula en la clases de Educación
Física.
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