Incapacidad
de una mujer para alcanzar el orgasmo". Así definieron la
anorgasmia a mediados del siglo XX William H. Masters y Virginia E.
Johnson, pioneros en la investigación de la naturaleza de la
respuesta sexual humana. Se trata, por tanto, de una de las primeras
disfunciones sexuales descritas, y una de las más comunes entre
mujeres, no tanto entre hombres. La anorgasmia se manifiesta con la
ausencia de clímax tras una fase de estimulación sexual considerada
como “normal”.
Si
bien todas las mujeres nacen con la capacidad de alcanzar dicha
culminación del acto sexual, caracterizada por un placer intenso y
por la pérdida de control muscular, un considerable porcentaje de
ellas sufre de manera reiterada un bloqueo
que le impide sobrepasar la fase de meseta previa a la incontinencia
característica del orgasmo,
especialmente a través de la estimulación coital. En España, este
porcentaje se aproxima al 40 por ciento de la población femenina,
donde una décima parte no ha llegado siquiera a experimentar nunca
un orgasmo.Tras
este problema fisiológico subyacen, en un 95 por ciento de los
casos, factores psicológicos y culturales como
pueden ser malos hábitos onanistas o experiencias traumáticas
previas, que impiden mantener una actitud relajada y natural ante el
incremento de la tensión sexual. Se debe en menor medida a causas
orgánicas como consumo excesivo de fármacos, lesiones o anomalías
en el flujo sanguíneo. No obstante, un reciente estudio publicado en
la revista Journal
of Sexual Medicine
ha puesto de manifiesto otro factor físico que impediría el feliz
transcurso hasta la “petite mort”: el tamaño del clítoris y la
distancia de su zona interna con el canal vaginal.
Según
este trabajo, un
glande clitoriano pequeño y una mayor distancia desde el cuerpo del
clítoris a la pared vaginal están asociados a la anorgasmia.
Para obtener esta conclusión, los investigadores del Hospital Buen
Samaritano de Ohio (EE.UU.), analizaron los hábitos sexuales de una
treintena de mujeres, tanto anorgásmicas como de facilidad orgásmica
normal, junto con las características anatómicas de sus genitales.
Encontraron que las primeras poseían un glande clitoriano (su
estructura es similar a la del pene) de tamaño muy inferior y una
distancia un 30 por ciento mayor desde el clítoris interno a la
vagina. A pesar de que los autores obviaron el aspecto
predominantemente psicológico del trastorno, consideran que sus
resultados son consistentes y arrojan importantes luces a un área de
estudio altamente inexplorada.
Por
el momento y hasta obtener una mayor evidencia de dichas limitaciones
físicas,
consultar a un especialista para desprenderse de las constricciones
psicosociales seguirá siendo el tratamiento más eficaz de esta
disfunción sexual,
que afortunadamente tiene fácil solución, no así la perdida del
deseo sexual, la segunda más común entre mujeres.
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